Si somos
ejecutores natos y hacemos las cosas muy bien, ¿para qué comunicar?
Durante varios
meses vengo trabajando duro para que un cliente con larga trayectoria y una
propuesta de servicios valiosísima se convenza de que si no comunica lo que
hace, valga lo que valga lo que hace, esos servicios no tienen valor; sí,
literalmente no tienen valor. Porque como bien lo define el marketing, algo
tiene valor cuando quien lo recibe se lo otorga.
Ahora bien,
ustedes me dirán, ¨claro, pero si es una empresa que tiene larga data y viene
dando servicios hace muchos años, es evidente que mucha gente le está dando
valor a lo que hacen¨. Sí, también es cierto. Pero lo que hace ruido en estos
casos es ¨¿cómo puede ser que no crezca o no me conozcan lo que deberían
conocerme si vengo haciendo esto hace 20 años?¨, ¨¿cómo puede ser que tenga que
seguir trabajando de igual modo que cuando empecé?¨, ¨¿no debería poder
posicionarme en un lugar donde ya los principales actores del mercado me tengan
entre los top5?¨; ¨¿qué no estamos haciendo para que todavía haya gente que no
sepa quiénes somos y qué hacemos?¨. Y en este punto, es cuando debo afirmar con
toda firmeza que lo que no están haciendo es saber comunicar lo que son y lo
que hacen, es decir, el por qué hacen las cosas, cómo las hacen y qué hacen.
En otra ocasión,
también me tocó asesorar a una trabajadora social que se quejaba de que
trabajaba arduo para que chicos con bajos recursos económicos pudieran terminar
sus estudios primarios; se quejaba y me decía: ¨¿cómo puede ser que no paro de
trabajar por esta causa que ayuda a tantos chicos y no consigo financiarlo como
debería?¨. Mi pregunta hacia ella fue simple: ¨¿Alguna vez comunicaste lo que
hacés?¨. Y su respuesta, como me imaginaba, fue: ¨¿por qué tengo que perder
tiempo en comunicar cuando lo que hago está a la vista?¨. Y yo me pregunto, ¨¿a
la vista de quién?¨. Porque claramente si la gente se enterase de esta obra,
creo que les sobraría el dinero. Y así fue. Empezamos a comunicar bajo todas
las formas, y los aportes se multiplicaron en un 200%, por aproximar un número.
Entonces,
volviendo al primer caso, sucede muy frecuentemente, no importa el tamaño de la
empresa, que quienes llevan en su ADN la pura ejecución y visión resultadista,
pierden de foco la importancia de que lo que tanto les preocupa hacer y lo que
tan bien hacen, no es reconocido como debería y no les da el retorno que
debería. Quienes están convencidos de que lo valioso como empresarios es hacer
y lograr resultados, lo cual está muy bien, no creen en el comunicar. Hay un
mito generalizado entre los ejecutores de que no vale de nada comunicar porque
comunicar es lo mismo que decir ¨fanfarroneo con lo que hago¨, ¨no quiero que
piensen que digo y no hago¨.
Estoy convencida
de que si sabemos que lo que hacemos es muy bueno y nos sobran cualidades para
ir a la acción, no nos tiene que preocupar comunicarlo. Ahora, si comunicamos
algo que no hacemos, así estamos en problemas. Pero este no es el problema de
mi cliente. El problema es que aún creen que comunicar no es parte del foco de
negocio. Y mientras no lo hagan, el negocio seguirá varado en el mismo lugar,
aunque persistan 50 años más. Si no comunican, todo lo valioso y el tesoro que
tienen seguirá escondido bajo una mesa sin ser descubierto por nadie.
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